Siempre me pareció que las suegras eran de esas mujeres severas y malintencionadas, que solo pensaban en hacerle la vida imposible a su nuera.
Perdí accidentalmente el valioso collar de mi suegra y temía que se enojara, pero su reacción me dejó en shock.
Así que cuando me casé sin haber conocido aún a mi suegra, ya estaba preparada para lo peor.
Pero la realidad fue completamente diferente. Mi suegra resultó ser un verdadero tesoro: la mujer más amable y dulce, a pesar de las duras pruebas que le puso la vida.
Crió sola a sus dos hijos trabajando como empleada doméstica, y a pesar del cansancio acumulado, me recibió con una calidez que no esperaba. Desde el primer día, me llamó “hija”.
Mi suegra ya estaba jubilada y dedicaba sus días a la casa y a las tareas domésticas. No se metía en mis asuntos ni me pedía nada en particular. Generalmente me despertaba alrededor de las diez de la mañana, y para entonces la casa ya estaba en orden y un desayuno caliente me esperaba en la mesa.
Todas esas pequeñas atenciones que tenía conmigo creaban un ambiente de paz y comodidad.
Pero a pesar de todas sus buenas acciones, yo aún conservaba el mito de la “suegra malvada” del que hablaban todas las mujeres a mi alrededor. Un día, una amiga me invitó a su cumpleaños y compré un vestido precioso para la ocasión.
Mi suegra estaba encantada y me propuso que probara un collar que había heredado de su difunta madre. El collar era increíblemente hermoso y combinaba tan bien con el vestido, que mi suegra me ofreció prestármelo para la fiesta.
Pero ocurrió un accidente. Perdí ese collar durante la fiesta. Mi amiga y yo buscamos la joya toda la noche, pero nunca la encontramos.
Volví a casa con el corazón encogido, esperando que mi suegra estallara de furia. Pero su reacción me dejó atónita. Simplemente sonrió y me dijo: “Bueno, lo perdiste, ¿y qué? Lo importante es que todos estén vivos y sanos.” Y me secó las lágrimas.
El mito de la suegra malvada desapareció para siempre. Por suerte, mi amiga terminó encontrando el collar. Y entendí que, a veces, nuestras peores expectativas están muy lejos de la realidad, y que una suegra amable puede convertirse en la mejor amiga y mentora.